Pese a que permanecen inmovilizados por alrededor de cinco meses, a diferencia de los humanos, no sufren pérdida de masa ósea. ¿Cómo lo hacen? Eso es algo que un equipo de investigadores en Estados Unidos está empezando a descifrar. Y este conocimiento, dicen, puede allanar el camino para desarrollar un nuevo tratamiento para evitar el desgaste óseo en los astronautas durante los viajes espaciales.
«No encontramos un factor único para explicar por qué los osos no pierden masa ósea cuando hibernan, pero sí descubrimos varias piezas importantes del rompecabezas», le dijo a BBC Mundo Meghan McGee-Lawrence, profesora adjunta de Biología Celular y Anatomía de la Universidad Georgia Regents en Augusta, Estados Unidos, y una de las autoras del estudio.
Tras analizar muestras óseas y sanguíneas de 13 osas durante y después del período de hibernación, los investigadores descubrieron que los niveles de una proteína llamada «transcripción regulada de cocaína y anfetamina», también conocida como TRCA, que reduce la cantidad de minerales óseos que se descomponen en la sangre, aumenta 15 veces durante la hibernación.
Por otro lado, observaron que los niveles de otras dos enzimas que contribuyen a la generación de nueva masa ósea, cayeron durante el mismo período. Es decir, los osos logran mantener su estructura ósea intacta porque dejan de perder masa ósea y no porque generan nuevo material óseo.
Circuito cerrado
Aunque los astronautas no hibernan durante sus estadías en el espacio, la falta de gravedad por un tiempo prolongado les provoca osteopenia, una condición en la que la falta de estrés sobre los huesos da lugar una disminución en la densidad mineral ósea.
En la actualidad, el método para minimizar este problema es el ejercicio.
Sin embargo, el éxito de esta estrategia es limitado y, por esta razón, y en vista de los avances tecnológicos que nos están permitiendo llegar a rincones del Universo cada vez más lejanos, resulta crucial desarrollar una terapia que posibilite exploraciones espaciales tripuladas.
«Si podemos determinar exactamente cuáles son las proteínas y los procesos biológicos que le permiten al oso conservar su masa ósea, esto puede sentar las bases para un tipo de intervención en humanos», explica McGee-Lawrence. Si bien los osos no son los únicos que hibernan, los investigadores se centraron en estos mamíferos ya que los más pequeños como las ardillas o los murciélagos pierden cierta cantidad de masa ósea tras la inactividad.
Además, a diferencia de estos, «cuando los osos hibernan no excretan desechos. Son sistemas cerrados: nada entra y nada sale»», dice la investigadora. «Si perdiesen hueso, el calcio liberado acabaría en la corriente sanguínea y no podría escaparse, por eso creemos que la preservación del esqueleto está ligada, en parte, a la necesidad de mantener niveles normales de calcio en sangre», añade McGee-Lawrence.
El objetivo de los investigadores es aislar los elementos que permiten mantener el esqueleto de los osos, para trabajar en una terapia que cumpla el mismo objetivo sin provocar los demás efectos de la hibernación, como la disminución del ritmo metabólico.