Cuando golpea un terremoto, diferentes vibraciones viajan a través del suelo a diferentes velocidades.
Las vibraciones primarias viajan el doble de rápido que las secundarias, que provocan la mayoría de los temblores reales. Estas ondas primarias son generalmente demasiado sutiles para ser sentidas por los humanos, aunque los sismógrafos las detectarán.
Pero algunos animales pueden ser capaces de detectar estas vibraciones primarias antes de que lleguen las secundarias. Esto les daría al menos dos minutos para cualquier temblor que esté lo suficientemente cerca para afectarlos.
Historias de serpientes dejando sus madrigueras, perros ladrando excesivamente o pájaros que vuelan siguiendo patrones inusuales, días o semanas antes de un terremoto son más discutibles. Pero puede haber sutiles cambios previos a un terremoto que los animales sean capaces de detectar.
Un estudio de 2011 de la Open University en Reino Unido encontró que las tensiones que se acumulan a lo largo de las líneas de falla del terremoto liberan partículas con carga eléctrica que se trasmiten por las rocas produciendo cambios químicos en las aguas subterráneas.
Esto podría haber sido la razón de que los sapos de repente dejaran sus estanques unos días antes del terremoto que golpeó L’Aquila, en Italia, en 2009.
Su estanque se hallaba a 74 kilómetros del epicentro del terremoto. La carga positiva podría incluso afectar los campos electromagnéticos que murciélagos y pájaros utilizan para orientarse, pero no tenemos ninguna evidencia directa de esto todavía.